martes, 20 de noviembre de 2007

Empanaditas tucumanas...

INGREDIENTES
Relleno:
  • Carne: 1 kilo
  • Grasa derretida: 1 taza
  • Pasas de uva: 1/2 taza
  • Comino: 1 cucharita
  • Pimentón: 1 cucharita
  • Huevos duros: 2
Para la masa:
  • Harina: 1 kilo
  • Grasa derretida: 1 1/2 taza
  • Huevo: 1
PREPARACIÓN
Para hacer el relleno se pica (a cuchillo) la carne menudita, se pone en una olla, se echa encima agua hirviendo mezclando la carne hasta que se pone un poco blanca, entonces se saca, se escurre el agua por un colador y se extiende en una fuente agregando las pasas remojadas en agua tibia, 2 huevos duros picados, sal, pimienta y sí se desea ají picante molido.
Aparte se pone al fuego la grasa; cuando está caliente se coloca la cebolla verde y blanca picada muy finitas y el pimentón; una vez que la cebolla esta frita se agrega un chorrito de agua caliente, se deja hervir, se retira del fuego dejando que se enfríe un poco y entonces se agrega a la carne mezcland
o perfectamente. Para hacer la masa se pone la harina sobre la tabla de amasar, se hace la fuente separando un poco de harina para secar la masa, se pone en el hueco del medio 2 tazas de agua tibia en la que se habrá disuelto 3 cucharaditas de sal refinada, la yema y se principia a mojar la harina agregando a la vez la grasa tibia tratando de unir sin amasar. Después se apuña la masa, en seguida se corta en pedazos, se polvorea harina seca, se rocía con grasa tibia volviendo a polvorear harina seca y apuñando de nuevo hasta que queda una masa lisa; entonces se corta en trozos que quepan en el hueco de la mano, se da a cada uno la forma de un bollito, se estira con el rodillo por el lado liso hasta darle una forma redonda y un grueso de 2 milímetros, se coloca en la mitad de cada circulo un poco de relleno preparado, se mojan los bordes con agua fría, se cierran apretando los bordes para soldarlos y se repulgan. Se cuecen al horno bien caliente o se fríen en un baño de fritura mitad aceite, mitad grasa.

martes, 13 de noviembre de 2007

El Locro entrerriano

Ingredientes:

  • 500 gr de maíz pelado
  • 250 gr de poroto blanco
  • 1 Kg de carne de pecho de vaca
  • 1 Kg de tripa gorda de vaca, limpia
  • 500 gr de huesitos salados de cerdo
  • 1 Kg de zapallo criollo amarillo
  • Un manojo de cebolla verde
  • 150 gr de grasa pella
  • Sal, pimentón, ají molido

Preparación:

Lavar bien el maíz y el poroto y dejarlos en remojo en agua desde la noche anterior en fuentes distintas. Hervir durante una hora el maíz con la carne y los huesitos salados. Por aparte lavar y hervir la tripa gorda durante media hora, retirar del fuego, cortarla en aros e incorporar a la olla donde hierve el maíz con la carne.
También por separado hervir por una hora el poroto, que una vez cocido se incorpora con el zapallo cortado en cubos, a la olla principal. Condimentar con sal y ají molido. Remover constantemente la preparación con cuchara de madera durante media hora. Aparte, en una olla pequeña se derrite grasa pella, se le agrega una cucharada colmada de pimentón. El plato se sirve con el locro, una cucharada de la grasa frita con pimentón (se hace un aceite rojo) encima y se termina con cebolla verde finamente picada.

Como hacer un buen mate...

Aunque cueste creerlo el mate puede variar su gusto dependiendo de la forma en que se lo cebe, y en consecuencia será diferente si cambiamos de cebador, de allí su vital importancia y además, es obvio que el mate solo no se va a cebar...
Primero debemos colocar yerba, supongamos que tenemos un mate clásico del tipo "poro" y lo llenamos hasta la mitad, inclinamos el mate un poco, y del lado que quedo más profundo, humedecemos con el agua caliente, hasta que se hinche un poco la yerba de abajo, cuidando de que no se moje la superficie clavamos la bombilla hasta el fondo, acto denominado "ensillar"; debemos tener en cuenta de no mover la bombilla demasiado, porque lograríamos taparla, a lo sumo la inclinamos en sentido contrario de donde quedó la yerba seca, es decir para el lado del que va a tomar el mate.
Si enderezamos el mate vemos que quedó toda la yerba seca aún en la parte superior, entonces podemos comenzar a mojar justo en el pozo que forma la bombilla, intentando que la yerba se humedezca desde el fondo hacia arriba... y listo !!! ahora si debemos meditar que hacemos: tomamos el primer mate o lo pasamos como acto de gratitud a algún compañero, aquí debemos tener en cuenta que puede estar muy caliente y como es el primer
o, la yerba esta fuerte, amarga y puede tener algún gustito a tierra que el segundo mate seguro no lo va a tener, dependerá de quien tengamos al lado y del afecto que sienta el cebador por esa persona.
Para tener en cuenta también es muy importante que no se moje la totalidad de la yerba desde el arranque, ya que si siempre dejo algo de yerba seca en la superficie opuesta a la bombilla, y cada tanto mojo un poquito más, voy a contribuir a mantener rico y sabroso todo, como el primer mate, además podemos quedarnos tranquilos que va a estar rico siempre que al cebarlo, el agua continue haciendo algo de espuma en el centro.
Otro consejo útil puede ser que antes de mojar la yerba por primera vez, tapemos la boca del mate, lo demos vuelta y lo sacudimos un poco, de esta forma logramos que se tamice sola la yerba y lo más fino quede en la superficie, la tierra de la yerba quedará en nuestra mano y los palos con todo el resto de la yerba se acomodará en el fondo del mate, obteniendo el máximo sabor y disminuyendo así las probabilidades que la bombilla se tape.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Leyendas... yerba mate


De noche Yací, la luna, alumbra desde el cielo misionero las copas de los árboles y platea el agua de las cataratas. Eso es todo lo que conocía de la selva: los enormes torrentes y el colchón verde e ininterrumpido del follaje, que casi no deja pasar la luz. Muy de trecho en trecho, podía colarse en algún claro para espiar las orquídeas dormidas o el trabajo silencioso de las arañas. Pero Yací es curiosa y quiso ver por sí misma las maravillas de las que le hablaron el sol y las nubes: el tornasol de los picaflores, el encaje de los helechos y los picos brillantes de los tucanes.

Pero un día bajó a la tierra acompañado de Araí, la nube, y juntas, convertidas en muchachas, se pusieron a recorrer la selva. Era el mediodía y, el rumor de la selva las invadió, por eso era imposible que escucharan los pasos sigilosos del yaguareté que se acercaba, agazapado, listo para sorprenderlas, dispuesto a atacar. Pero en ese mismo instante una flecha disparada por un viejo cazador guaraní que venía siguiendo al tigre fue a clavarse en el costado del animal. La bestia rugió furiosa y se volvió hacia el lado del tirador, que se acercaba. Enfurecida, saltó sobre él abriendo su boca y sangrando por la herida pero, ante las muchachas paralizadas, una nueva flecha le atravesó el pecho.

En medio de la agonía del yaguareté, el indio creyó haber advertido a dos mujeres que escapaban, pero cuando finalmente el animal se quedó quieto no vio más que los árboles y más allá la oscuridad de la espesura.

Esa noche, acostado en su hamaca, el viejo tuvo un sueño extraordinario. Volvía a ver al yaguareté agazapado, volvía a verse a sí mismo tensando el arco, volvía a ver el pequeño claro y en él a dos mujeres de piel blanquísima y larguísima cabellera. Ellas parecían estar esperándolo y cuando estuvo a su lado Yací lo llamo por su nombre y le dijo:

- Yo soy Yací y ella es mi amiga Araí. Queremos darte las gracias por salvar nuestras vidas. Fuiste muy valiente, por eso voy a entregarte un premio y un secreto. Mañana, cuando despiertes, vas a encontrar ante tu puerta una planta nueva: llamada caá. Con sus hojas, tostadas y molidas, se prepara una infusión que acerca los corazones y ahuyenta la soledad. Es mi regalo para vos, tus hijos y los hijos de tus hijos...

Al día siguiente, al salir de la gran casa común que alberga a las familias guaraníes, lo primero que vieron el viejo y los demás miembros de su tevy fue una planta nueva de hojas brillantes y ovaladas que se erguía aquí y allá. El cazador siguió las instrucciones de Yací: no se olvidó de tostar las hojas y, una vez molidas, las colocó dentro de una calabacita hueca. Buscó una caña fina, vertió agua y probó la nueva bebida. El recipiente fue pasando de mano en mano: había nacido el mate.